"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos" | SURda |
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18-02-2017 |
Trump versus México: hacia un enfoque anti imperialista
Opinión
Las groserías del Presidente de EUA contra México han motivado un texto de declaración solidaria con el país hermano, firmada, entre otros, por comprometidos compañeros de lucha. A mi juicio, los pronunciamientos no deben centrarse solo en Trump, desconociendo la larga y sangrienta historia de agresiones estadounidenses.
Estados Unidos y México: una historia plagada de atropellos
EUA se independiza el 4 de julio de 1776. México el 24 de febrero de 1821, en fecha similar a la de otras naciones nuestro-americanas. Mientras se desarrolla la guerra de independencia de Hispanoamérica, EUA se guía por el principio de neutralidad (1811); sin embargo, agrede a los independentistas, lo que motiva que sus interferencias al bloqueo contra España que éstos llevan adelante, sean denunciadas por Bolívar y los gobiernos de Buenos Aires, Chile y Perú. Recién cuando casi toda Hispanoamérica es independiente, EUA reconoce a los nuevos estados (1822). Al año, la Doctrina Monroe (1823) marca un proyecto diferente al bolivariano y al inglés: se le atribuye la fórmula “América para los americanos” convertida en la práctica en “América para los norteamericanos”. Sostiene tres principios: 1) no aceptará la colonización europea en América (la que aún hoy se perpetúa en Guayana francesa, Malvinas, etc.); 2) EUA no intervendrá en Europa, (lo que era política y militarmente imposible); 3) no aceptará la intervención europea en América (principio con el que será inconsecuente, pues no actúa para impedir que el Reino Unido intervenga para separar a la Provincia Oriental de las Provincias Unidas, ni para contener la invasión británica a las Islas Malvinas, etc.).
Además, el mismo año de la independencia mexicana comienza su política anexionista y coloniza con trescientas familias una parte de Texas. El proceso invasor prosigue y en 1836 se declara la independencia de Texas, primer paso, que preludia el segundo, cuando el Congreso de EUA admite a Texas como un Estado de la Unión (1845). Al año (1846) ocupa Santa Fe de Nuevo México; y se introduce en California, pese a la defensa heroica e inútil de Los Ángeles. Mediante la agresión militar conquista Nueva California, Nuevo México y Chihuahua. En 1847 iza su bandera en el Palacio Nacional de México mientras el gobierno derrotado se instala en Querétaro. Por el Tratado de Guadalupe del 2 de febrero de 1848 el vencido cede Texas, Nuevo México y Nueva California, o sea dos millones cuatrocientos mil kilómetros cuadrados, más de la mitad del suelo mexicano. EUA paga a México 15 millones de pesos como indemnización. “En treinta años de vida independiente, México no había tenido paz, ni desarrollo económico, ni concordia social, ni estabilidad política.”
Las agresiones directas se prolongan en el siglo XX. En 1906 hay intervención para aplastar revueltas anarquistas. En 1911 se apoya la caída del Gral. Porfirio Díaz (1876-1911), una dictadura que intenta equilibrar los intereses de diversas potencias, y por eso, mal vista por EUA. En 1914 hay nueva agresión, aplaudida por “El Día” de Uruguay, órgano del Partido Colorado.
Saltemos años y lleguemos a la actualidad. México ha sufrido dos décadas de neoliberalismo y del NAFTA (Tratado de Libre Comercio de América del Norte), tremenda agresión que silencia, entre otros, Luis Almagro, Secretario General del Ministerio de Colonias, la O.E.A. Como consecuencia, ha aumentado la pobreza, la miseria, la desigualdad, la exclusión social, la extensión del narcotráfico y la violencia. “Para EUA México es la referencia, porque es el país que sigue de forma más estricta las orientaciones del FMI y del Banco Mundial. Debería presentar resultados positivos, pero nada de eso ocurre. México no ha logrado retomar el desarrollo económico sostenido ni ha mejorado la situación de su inmensa población pobre. Su política internacional, a su vez, perdió la influencia que tuvo en el pasado, por su sometimiento estricto a las directivas de Washington.”
Por último, vale recordar que antes del gobierno de Trump, ya hay construidos muros, vallas y han proliferado las deportaciones de indocumentados.
Conclusiones
Debemos enfrentar al gobierno de Trump, sin dudas. Pero no edulcorando u “olvidando” al imperialismo, que está presente desde hace más de un siglo y que le sobrevivirá. Sin embargo, para enfrentarlo correctamente, en función de los intereses de los trabajadores y de las clases y sectores populares, debemos diferenciar la estrategia (la guerra, a largo plazo) de la táctica (la batalla, a corto plazo). Tomemos un ejemplo latinoamericano. En las elecciones de 2016, el Frente Amplio de Perú define posturas anti imperialistas y obtuvo el 20% de los votos, con los cuales en el balotaje final podía definir entre Kuczynski neoliberal y Fujimori, neoliberal y con antecedentes despóticos. El F.A. definió a favor del primero. Tácticamente es válido elegir el enemigo a combatir. Lo mismo hizo Sanders en EUA o quizás haga la izquierda francesa o de otro país. Pero otra cosa es enfrentar a Trump munidos con argumentos democrático- liberales, republicanos, y que ignoran al imperialismo.
Al respecto, recordemos varios aspectos. Hay una compleja trama de intereses capitalistas enfrentados en términos económicos y políticos; ya se expresa en la lucha de poderes (el Poder Judicial contra el Ejecutivo); EUA ha vivido crisis de identidad, como la de Watergate (1973-1974) que acabó con la presidencia de Nixon; ni descartemos que la CIA orqueste otro “golpe suave” , de la que tiene experiencia latinoamericana.
Si el reaccionario Tramp cae, sin dudas, los Temer y los Macri dejarán de marcar diferencias con el gobierno de EUA. Si así ocurriera se habrá ganado una batalla, logrado un avance táctico. Pero seguirá en pie, la guerra de clases, la estrategia anti capitalista y anti imperialista. De modo que, no tengamos temor de coincidir tácticamente con enemigos de clase, con expresiones políticas del bloque político-social dominante. Eso sí, siempre y cuando no callemos nuestros argumentos para ser arrastrados por los de ellos. Ese es el gran debate que se debe la izquierda anti capitalista y anti imperialista, en Uruguay y en el mundo.
Varios autores. “Historia mínima de México”. El Colegio de México. 1994. Página 105.
Emir Sader. “Alianza del Pacífico, ¿una alternativa?”. 2015